10.10.2010, 10:43
Roldán, José Gonzalo
Cuba
Al devolver las poesías de Espronceda a una amiga
El blanco lirio que a la mar arrojas
no al tallo volverá do se mecía;
su perdido esplendor y lozanía
nunca recobran las marchitas hojas.
Cuando tu vida de ilusión despojas
del encanto mejor que ella tenía,
no pretendas sentir como sentía
Elvira incomparable sus congojas.
Hermosa tempestad para tu alma
fue aquel afecto que amistad llamaron;
luz de tu sueño, y de tus penas calma.
Las dulces confidencias se acabaron...
Murió la fe, se deshojo la palma...
las nubes de zafir se disiparon...
Cuba
Al devolver las poesías de Espronceda a una amiga
El blanco lirio que a la mar arrojas
no al tallo volverá do se mecía;
su perdido esplendor y lozanía
nunca recobran las marchitas hojas.
Cuando tu vida de ilusión despojas
del encanto mejor que ella tenía,
no pretendas sentir como sentía
Elvira incomparable sus congojas.
Hermosa tempestad para tu alma
fue aquel afecto que amistad llamaron;
luz de tu sueño, y de tus penas calma.
Las dulces confidencias se acabaron...
Murió la fe, se deshojo la palma...
las nubes de zafir se disiparon...