18.09.2010, 11:52
El soberbio
Lleva vestido de crujiente seda
y el orgullo pintado en el semblante;
es egoísta, fatuo y dominante
y no hay mortal que resistirlo pueda.
No hay gusto extraño que él no se conceda
ni molestia levísima que aguante,
y sólo hay que le inquiete o que le espante
aquello que su bien restringe o veda.
La vida regalona le encarnece;
así tiene el morrillo como un toro,
y si regüelda, el templo se estremece.
Por no mover un pie diera un tesoro,
y cuando al coro va, casi parece
que hace un favor a Dios con ir al coro.
Lleva vestido de crujiente seda
y el orgullo pintado en el semblante;
es egoísta, fatuo y dominante
y no hay mortal que resistirlo pueda.
No hay gusto extraño que él no se conceda
ni molestia levísima que aguante,
y sólo hay que le inquiete o que le espante
aquello que su bien restringe o veda.
La vida regalona le encarnece;
así tiene el morrillo como un toro,
y si regüelda, el templo se estremece.
Por no mover un pie diera un tesoro,
y cuando al coro va, casi parece
que hace un favor a Dios con ir al coro.