12.09.2010, 14:51
Corazón adentro
¡Cuán solo estoy, Señor! Huyo aterrado
del vaivén de la inquieta muchedumbre,
que, gimiendo en perenne servidumbre,
la libertad pregona del pecado...
Y ¡qué espantosa soledad!... Cegado
por el vaho de la ambiente podredumbre,
giro errante, sin faro que me alumbre,
como rojo batel desarbolado...
Pero ¿estará tan sola el alma mía
si en Ti mi amor y mi dolor concentro,
y feliz en tu dulce compañía
tu auxilio busco y tu piedad encuentro?
-¡Triste, Señor, mi condición sería
si no te hallara corazón adentro!...
¡Cuán solo estoy, Señor! Huyo aterrado
del vaivén de la inquieta muchedumbre,
que, gimiendo en perenne servidumbre,
la libertad pregona del pecado...
Y ¡qué espantosa soledad!... Cegado
por el vaho de la ambiente podredumbre,
giro errante, sin faro que me alumbre,
como rojo batel desarbolado...
Pero ¿estará tan sola el alma mía
si en Ti mi amor y mi dolor concentro,
y feliz en tu dulce compañía
tu auxilio busco y tu piedad encuentro?
-¡Triste, Señor, mi condición sería
si no te hallara corazón adentro!...