12.09.2010, 11:39
Narváez
Ni Cortés, ni Cisneros, ni Pelayo;
pero dado este tiempo tan estrecho,
si no fue grande hombre hecho y derecho,
fue por lo menos memorable ensayo.
De genio audaz y pronto como el rayo,
de su propia arrogancia satisfecho,
no cupo nunca en su ambicioso pecho
cobarde envidia ni pueril desmayo.
Dio pasaporte a Bulwer; su osadía
de Europa entera el ánimo levanta;
su brazo anima y a luchar la impele.
Murió sin heredero, y todavía
a la revolución su nombre espanta
señal de que le dio donde le duele.
Ni Cortés, ni Cisneros, ni Pelayo;
pero dado este tiempo tan estrecho,
si no fue grande hombre hecho y derecho,
fue por lo menos memorable ensayo.
De genio audaz y pronto como el rayo,
de su propia arrogancia satisfecho,
no cupo nunca en su ambicioso pecho
cobarde envidia ni pueril desmayo.
Dio pasaporte a Bulwer; su osadía
de Europa entera el ánimo levanta;
su brazo anima y a luchar la impele.
Murió sin heredero, y todavía
a la revolución su nombre espanta
señal de que le dio donde le duele.