29.08.2010, 15:53
Clavijo Tisseur, Arturo
Cuba
El cuento árabe
Dijo por fin el jeique de los negros lebreles:
Señor, estos dos perros también son mis hermanos;
por la gracia de Alah, son dos seres humanos,
en canes convertidos por traidores y crueles.
Mi esposa al ver que eran contra su raza infieles,
trató de concluirlos igual que a dos tiranos,
pero al oír mi ruego los ató con sus manos
y los condujo a un antro de la vieja Cibeles.
¡Allí la torva efrita con sus hechicerías
los encantó, y ¡oh, Genni! de sus almas impías
surgieron estos perros tan tristes y serenos!
Mas ya vencido el tiempo de sus terribles penas,
¡yo los llevo a la gruta para que en sus cadenas
dejen la forma y vuelvan a ser hombre y buenos!
Cuba
El cuento árabe
Dijo por fin el jeique de los negros lebreles:
Señor, estos dos perros también son mis hermanos;
por la gracia de Alah, son dos seres humanos,
en canes convertidos por traidores y crueles.
Mi esposa al ver que eran contra su raza infieles,
trató de concluirlos igual que a dos tiranos,
pero al oír mi ruego los ató con sus manos
y los condujo a un antro de la vieja Cibeles.
¡Allí la torva efrita con sus hechicerías
los encantó, y ¡oh, Genni! de sus almas impías
surgieron estos perros tan tristes y serenos!
Mas ya vencido el tiempo de sus terribles penas,
¡yo los llevo a la gruta para que en sus cadenas
dejen la forma y vuelvan a ser hombre y buenos!