28.08.2010, 13:34
En la roca de Leucades
¡Son ellas! Son olas turbulentas
que se levantan bruscamente airadas,
y con su ronca voz, desesperadas,
responden a mis íntimas tormentas!
¡Son ellas! Sus vorágines violentas
cual mis locas pasiones desatadas,
me llaman a las grutas ignoradas
para ocultar mis desventuras cruentas!
¡Oh, Dioses! Desatad de vuestra ira
sobre el infiel los rayos vengadores;
y que esas olas que me brinda el cielo,
de sus espumas entre el blanco velo
mi cuerpo envuelvan y la dulce lira
con que canté mis últimos amores!...
¡Son ellas! Son olas turbulentas
que se levantan bruscamente airadas,
y con su ronca voz, desesperadas,
responden a mis íntimas tormentas!
¡Son ellas! Sus vorágines violentas
cual mis locas pasiones desatadas,
me llaman a las grutas ignoradas
para ocultar mis desventuras cruentas!
¡Oh, Dioses! Desatad de vuestra ira
sobre el infiel los rayos vengadores;
y que esas olas que me brinda el cielo,
de sus espumas entre el blanco velo
mi cuerpo envuelvan y la dulce lira
con que canté mis últimos amores!...