23.08.2010, 08:38
La eternidad de Dios
(1939)
¡Jehová! ¡Jehová! yo anhelo tu presencia;
soy un gusano que sacude el cieno:
mi vista entre la atmósfera del trueno
se baña en tu mortal omnipotencia.
Tu aliento es luz; la eternidad tu esencia,
mientras lóbrego abismo de horror lleno
arrastra y quiebra en su insondable seno
del vil mortal la mísera existencia.
Los años que con años se confunden
del tiempo móvil a la planta alada
más rapidez en su carrera infunden;
y a los ojos de Dios la edad pasada,
los millones de siglos que se hunden,
menos son que un momento, son la nada.
(1939)
¡Jehová! ¡Jehová! yo anhelo tu presencia;
soy un gusano que sacude el cieno:
mi vista entre la atmósfera del trueno
se baña en tu mortal omnipotencia.
Tu aliento es luz; la eternidad tu esencia,
mientras lóbrego abismo de horror lleno
arrastra y quiebra en su insondable seno
del vil mortal la mísera existencia.
Los años que con años se confunden
del tiempo móvil a la planta alada
más rapidez en su carrera infunden;
y a los ojos de Dios la edad pasada,
los millones de siglos que se hunden,
menos son que un momento, son la nada.