22.08.2010, 10:41
Octubre
Un crimen de cantáridas palpita
cabe el polen. Floridos celibatos
perecen de pasión bajo los gratos
azahares perversos de Afrodita.
Como un corpiño que a besar excita,
el céfiro delinque en los olfatos;
mientras llueven magníficos ornatos
a los pies de la Virgen de la ermita.
Tocando su nerviosa pandereta
una zagala brinca en el sendero;
y al replique pluvial de la pileta,
con un ritmo de arterias desmayadas,
se extinguen en el turbio lavadero
las rosas de las nuevas iniciadas.
Un crimen de cantáridas palpita
cabe el polen. Floridos celibatos
perecen de pasión bajo los gratos
azahares perversos de Afrodita.
Como un corpiño que a besar excita,
el céfiro delinque en los olfatos;
mientras llueven magníficos ornatos
a los pies de la Virgen de la ermita.
Tocando su nerviosa pandereta
una zagala brinca en el sendero;
y al replique pluvial de la pileta,
con un ritmo de arterias desmayadas,
se extinguen en el turbio lavadero
las rosas de las nuevas iniciadas.