21.08.2010, 13:59
En la muerte de un amigo de la juventud
¡El también! Cómo pasan y qué aprisa,
los que vimos ayer a nuestro lado,
ricos de ingenio, de ánimo esforzado,
siempre al amor propicios y a la risa.
Lodo que amasa el llanto sólo pisa
quien, de la edad al término llegado,
siente que a cada instante un ser amado
con el ejemplo de su fin le avisa.
¡Ay! para el alma que lo incierto espera
y al ver la oscuridad gime y se asombra.
¡Qué dichosa estación otoño fuera,
si al suelo no arrojase por alfombra
todo lo que en la verde primavera
nos dio perfumes y frescura y sombra!
¡El también! Cómo pasan y qué aprisa,
los que vimos ayer a nuestro lado,
ricos de ingenio, de ánimo esforzado,
siempre al amor propicios y a la risa.
Lodo que amasa el llanto sólo pisa
quien, de la edad al término llegado,
siente que a cada instante un ser amado
con el ejemplo de su fin le avisa.
¡Ay! para el alma que lo incierto espera
y al ver la oscuridad gime y se asombra.
¡Qué dichosa estación otoño fuera,
si al suelo no arrojase por alfombra
todo lo que en la verde primavera
nos dio perfumes y frescura y sombra!