21.08.2010, 13:39
A Quevedo
De las amargas olas de tu llanto
nacieron las espumas de tu risa,
y hoy no distingue el ánima indecisa
lo que es en ti gemido y lo que es canto.
Ya del austero Bruto con el manto,
ya de Marcial siguiendo la divisa,
del tiempo, que de ti se aleja aprisa,
eres admiración, gloria y encanto.
Bajo los dardos de tu ingenio agudos
el vicio y la maldad doblan las frentes,
hay jueces sordos y tiranos mudos;
que tal fue tu misión entre las gentes,
ir por la tierra con los pies desnudos
aplastando cabezas de serpientes.
De las amargas olas de tu llanto
nacieron las espumas de tu risa,
y hoy no distingue el ánima indecisa
lo que es en ti gemido y lo que es canto.
Ya del austero Bruto con el manto,
ya de Marcial siguiendo la divisa,
del tiempo, que de ti se aleja aprisa,
eres admiración, gloria y encanto.
Bajo los dardos de tu ingenio agudos
el vicio y la maldad doblan las frentes,
hay jueces sordos y tiranos mudos;
que tal fue tu misión entre las gentes,
ir por la tierra con los pies desnudos
aplastando cabezas de serpientes.