18.08.2010, 20:07
DIEGO DE SILVA Y MENDOZA,
CONDE DE SALINAS
(1564-1630)
Nunca ofendí la fe con la esperanza;
vivo presente en olvidada ausencia;
después de eternidades de paciencia
no merezco quejarme de tardanza.
Soy sacrificio que arde en tu alabanza
-fuera morir no arder sin resistencia-,
¡oh puro amor, oh nueva quintaesencia!,
de infierno sacas bienaventuranza.
Cerca de visto y lejos de mirado,
ni de agravios me vi favorecido,
ni tu olvido alcanzó de qué olvidarse;
tu descuido encarece mi cuidado;
quererte más no puedo, ni he podido,
que esto es amarte y lo demás amarse.
CONDE DE SALINAS
(1564-1630)
Nunca ofendí la fe con la esperanza;
vivo presente en olvidada ausencia;
después de eternidades de paciencia
no merezco quejarme de tardanza.
Soy sacrificio que arde en tu alabanza
-fuera morir no arder sin resistencia-,
¡oh puro amor, oh nueva quintaesencia!,
de infierno sacas bienaventuranza.
Cerca de visto y lejos de mirado,
ni de agravios me vi favorecido,
ni tu olvido alcanzó de qué olvidarse;
tu descuido encarece mi cuidado;
quererte más no puedo, ni he podido,
que esto es amarte y lo demás amarse.