25.11.2007, 11:17
A UNA BAÑISTA.
¡Quién fuera el mar, que enamorado espera
que tu cuerpo interrumpa su llanura
y rodear tu espléndida hermosura
de un abrazo y a un tiempo toda entera!
Si yo en sus aguas infundir pudiera
el alma ardiente que adorarte jura,
en muestra de mi amor y mi ventura
te alzara en triunfo a la celeste esfera.
Y, al descender con mi tesoro, ufano,
convirtiendo la líquida montaña
en olas que anunciaran mi alegría,
en las costas del reino lusitano,
y en África, y América, y Bretaña,
mi grito de placer resonaría.
¡Quién fuera el mar, que enamorado espera
que tu cuerpo interrumpa su llanura
y rodear tu espléndida hermosura
de un abrazo y a un tiempo toda entera!
Si yo en sus aguas infundir pudiera
el alma ardiente que adorarte jura,
en muestra de mi amor y mi ventura
te alzara en triunfo a la celeste esfera.
Y, al descender con mi tesoro, ufano,
convirtiendo la líquida montaña
en olas que anunciaran mi alegría,
en las costas del reino lusitano,
y en África, y América, y Bretaña,
mi grito de placer resonaría.