12.09.2010, 14:58
En la brecha
No es feliz quien sus cabras apacienta
del monte en la escabrosa lejanía,
condenado al rigor de cada día
en lucha con el sol y la tormenta.
No es feliz el que plácido se asienta
del magnate en la fértil compañía,
sometido al enojo o la falsía
del mismo que sus medros acrecienta.
No es el sabio feliz, ni el poderoso,
esclavos de lo ignoto y lo imprevisto...
-Sólo yo, santo Dios, seré dichoso,
si en tus huestes intrépido me alisto
y ante el fuego enemigo salgo al coso
a dar la cara y defender a Cristo.
No es feliz quien sus cabras apacienta
del monte en la escabrosa lejanía,
condenado al rigor de cada día
en lucha con el sol y la tormenta.
No es feliz el que plácido se asienta
del magnate en la fértil compañía,
sometido al enojo o la falsía
del mismo que sus medros acrecienta.
No es el sabio feliz, ni el poderoso,
esclavos de lo ignoto y lo imprevisto...
-Sólo yo, santo Dios, seré dichoso,
si en tus huestes intrépido me alisto
y ante el fuego enemigo salgo al coso
a dar la cara y defender a Cristo.