22.10.2010, 17:35
Villa, José J.
Cuba
El caballo
Echando espumarajos por la boca,
sueltas las riendas y la crin tendida,
con dos ascuas por ojos, lleva erguida
la audaz cabeza en su carrera loca.
Cruje la tierra que su planta toca;
doblégase la yerba estremecida;
y él, resoplando, en la veloz huida
parece un dios que la tormenta evoca.
Ya rebrame el cañón en las alturas,
ya alumbre el sol o rujan los ciclones,
fantasmas por colinas y llanuras,
o entre nieblas fulgor de exhalaciones,
allá va como el héroe denodado,
intrépido, valiente, desbocado.
Cuba
El caballo
Echando espumarajos por la boca,
sueltas las riendas y la crin tendida,
con dos ascuas por ojos, lleva erguida
la audaz cabeza en su carrera loca.
Cruje la tierra que su planta toca;
doblégase la yerba estremecida;
y él, resoplando, en la veloz huida
parece un dios que la tormenta evoca.
Ya rebrame el cañón en las alturas,
ya alumbre el sol o rujan los ciclones,
fantasmas por colinas y llanuras,
o entre nieblas fulgor de exhalaciones,
allá va como el héroe denodado,
intrépido, valiente, desbocado.