30.08.2010, 17:53
Lamar Jiménez
Cuba
Cuando muere el día
Es un atardecer brumoso y frío
de temblorosos, pálidos fulgores.
Languidecen matices y rumores.
No turba un soplo la quietud del río.
Del jardín en un ángulo sombrío,
sobre una vieja rama sin verdores,
ritma un ave nostálgicos dolores
mirando el nido de sus amor, vacío.
Su canto es dulce queja en el ambiente;
suspiro de agonía en los reflejos
de la tarde. Canción vaga y doliente
de evocación, que extínguese a lo lejos,
cuando al morir las tintas del poniente,
besan del manso río los espejos.
Cuba
Cuando muere el día
Es un atardecer brumoso y frío
de temblorosos, pálidos fulgores.
Languidecen matices y rumores.
No turba un soplo la quietud del río.
Del jardín en un ángulo sombrío,
sobre una vieja rama sin verdores,
ritma un ave nostálgicos dolores
mirando el nido de sus amor, vacío.
Su canto es dulce queja en el ambiente;
suspiro de agonía en los reflejos
de la tarde. Canción vaga y doliente
de evocación, que extínguese a lo lejos,
cuando al morir las tintas del poniente,
besan del manso río los espejos.