22.08.2010, 10:29
En el ocaso rosa, gris intenso en el llano;
ora el viento en las ramas, todo grito es solemne;
y hasta estas soledades, entre la tarde indemne,
llega el fúnebre ruido de un tambor africano.
Hay silenciosas luchas y largas agonías.
Me abstraigo, y soy objeto, soy cosa: todo reza;
en sí mismo se acoge todo, con su tristeza,
y hay un triunfo de sombras y de melancolías.
En el ambiente tiembla la canción de los grillos
se borran en el campo las formas de los trillos;
al borde de las sendas duermen los limoneros.
Mugen los toros entre las viejas heredades;
y, por el silencio que hay en las soledades,
como una flecha cruza la voz de los monteros.
ora el viento en las ramas, todo grito es solemne;
y hasta estas soledades, entre la tarde indemne,
llega el fúnebre ruido de un tambor africano.
Hay silenciosas luchas y largas agonías.
Me abstraigo, y soy objeto, soy cosa: todo reza;
en sí mismo se acoge todo, con su tristeza,
y hay un triunfo de sombras y de melancolías.
En el ambiente tiembla la canción de los grillos
se borran en el campo las formas de los trillos;
al borde de las sendas duermen los limoneros.
Mugen los toros entre las viejas heredades;
y, por el silencio que hay en las soledades,
como una flecha cruza la voz de los monteros.