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Mi testamento (7) - ZaunköniG - 19.08.2010 Mi testamento Por esta voluntad que el cielo ha dado a todo racional a ser de instinto, tan en ajuste como llevo el cinto voy a dejar mi asunto preparado. Y aunque a otro modo lo tenía pensado no quiero el uso, quede, por mi extinto, y antes de entrar al último recinto legaré el texto como pan pintado. Y en mi cabal sentido y mejor juicio, ante testigos legos y notario, haciendo un escribano el buen servicio, empiezo yo a dictar cual legatario, y doy comienzo y pie del testamento, según vaya encordando el pensamiento. Si acaso he dicho mal, no me desdigo y a mi razón sesuda doy de abono; que así se alzó en la tierra el primer trono, y aquí pongo la historia por testigo. Siga escribiendo ahí que a Dios bendigo por su buena intención, que alto pregono; pero los hombres, a quienes perdono, el acta han dado al infernal amigo. Justificado o no, con mi alegato, dejo al sobreviviente el aire puro, la luz, el agua, el cielo y por contrato los dulces estrujones del futuro, do quedarán las mil cabezas rotas, cual la mía de ritmos y de notas. Lego de modo igual miles dobleces, tanto mentales como del pellejo; mi andar solivio en ruta de cangrejo, con cargas de joroba, las más veces. Cojo del alma, sus amargas heces apuradas del mal, triste y complejo, mi física armazón hecha un reflejo, do encorvadas las horas van en creces. Un desarme completo de molares, cerrado bosque de viajeros canas, como huyendo a recintos seculares muy lejos de horizontes y mañanas; detrás de las sonrisas engañosas tal cual adiós, del mundo y de sus cosas. Asimismo en la nota hago presente que fui en la mocedad algo amoroso: Blasón y timbre que llevé orgulloso por ser en esta secta el más creyente. Rendí al amor mi lauro reverente y no tuve razón de estar quejoso, y si me quejo hoy, es que brumoso me despide a ultratumba sonriente. El consejo, por tanto, no es extraño de este bien puro que nos dejó el cielo: Y aparte de un revés o algún engaño es mejor lo que existe sobre el suelo. Por eso lo acotejo en inventario y prosiga a otra línea el buen notario. Como parte del texto al desligarme de la armazón huesosa que me anima, cumple a mi voluntad que se me exima de al buen morir alguna ayuda darme. Solo y tranquilo pienso trasladarme cuando Natura la guadaña esgrima, sin que un buen cura se me venga encima con la santa intención de confesarme. Si acaso busca mi último secreto, no tengo inconveniente en darle cita, allá por ultratumba, do prometo ponerlo al tanto si lo solicita, y me encuentre a su vez los pecadillos que echó de la sotana en los bolsillos. Fáltame tributar al auditorio cual moderno orador, por más, sesudo, mi estilo original del que no dudo harán reliquias en conservatorio. En Bellas Letras prenda de abalorio su juicio literario irá en menudo, basado en que cualquiera tartamudo por literato pasa al purgatorio. Con letra igual y causa semejante, recomiendo mi clásico discurso, 80 que por ser del sagrario trashumante, en pena de destierro será incurso, y no me extrañará que en el proceso a palos no le dejen sano un hueso. Este es, caro lector, mi testamento, tres días he tardado en escribirlo, lo dejo cual nació, no he de vestirlo, que al natural expreso lo que siento. Bien comprendo que no es un monumento, ni el espacio traslado como un mirlo, y aunque del arte las celadas birlo, de sabios que escasean, no es el cuento. Si excomunión le cae o cosa grave, diré que de melindres no me visto, y como a nada nuevo doy en clave voy con la muchedumbre do persisto, en derrocharles cantos a mi antojo aunque algún preceptista muestre enojo. |