Roma y Cristo (8) - Druckversion +- Sonett-Forum (https://sonett-archiv.com/forum) +-- Forum: Sonett-Archiv (https://sonett-archiv.com/forum/forumdisplay.php?fid=126) +--- Forum: Sonette aus romanischen Sprachen (https://sonett-archiv.com/forum/forumdisplay.php?fid=857) +---- Forum: Spanische Sonette (https://sonett-archiv.com/forum/forumdisplay.php?fid=403) +----- Forum: Autoren XYZ (https://sonett-archiv.com/forum/forumdisplay.php?fid=578) +------ Forum: Zorilla, José (https://sonett-archiv.com/forum/forumdisplay.php?fid=504) +------ Thema: Roma y Cristo (8) (/showthread.php?tid=6933) |
Roma y Cristo (8) - ZaunköniG - 12.08.2010 José Zorilla 1817 - 1893 Spanien Roma y Cristo I Roma, hija de una loba y dos ladrones, fue realista, imperial, republicana: y ladrona sin fe, siempre villana, medró saqueando a las demás naciones. Mujeres, leyes, traje, instituciones, ciencia, arte, religión y hasta agua sana y pan, todo, soberbia y holgazana fue rapaz a robarlo a otras regiones. Audaz, desvergonzada, descreída, abrió a todos los dioses su recinto y alzó hasta la deidad desconocida templo y altar; y en este laberinto, vivió avizor por conservar la vida el cetro en mano y el puñal al cinto. II Roma, cuyos excesos colosales de grandeza e infamia, de heroísmo y vileza, de orgullo y de cinismo, su gloria y su baldón hacen iguales, prostituyó en las fiestas lupercales la honra de sus matronas, con el mismo desdén bufón y abyecto servilismo con que adoró sus monstruos imperiales. Dueña del universo, henchida de oro, servida por el orbe a su deseo, de orgullo se embriagó tan sin decoro, que, ignuda meretriz, infame empleo de su beldad haciendo y su tesoro, ebria cayó al umbral del COLOSEO. III Comenzaron entonces el oído a halagar y a sonar en la conciencia frases de aun ignorada procedencia, de grato son y místico sentido. «Fraternidad universal, olvido de las injurias, paz, fe, penitencia, caridad...», frases mil de nueva ciencia que aun no habían los hombres aprendido. De paz universal serenos días corrían, y en la atmósfera serena vagaban misteriosas profecías: era que ya la tierra estaba llena de auras de redención; era el Mesías que empezaba a esparcir su nueva buena. IV Sintiéronse en el aire nuevos ruidos que, nuevas, le traían auras suaves, como en nuevo vergel las nuevas aves piar s sienten al hacer sus nidos. Ecos de himnos de paz jamás oídos, jubilosos y tiernos cuanto suaves, de los paganos templos en las naves iban a resonar como gemidos. En su torpe embriaguez los sintió Roma: la loba despertó, y ansiosamente del aura nueva olfateó el aroma; y aunque no le ve aun y aun no le siente, al nuevo sol que por Oriente asoma, venteó al león, del aire en la corriente. V Mas el león a quien sin ver husmeaba, bajo el vellón de cándido cordero balaba apenas al confín postrero de una provincia en su poder esclava. Tornó a husmear y a acechar la bestia brava, y aun sintiendo en su mano el mundo entero, volviendo en sí de su terror primero volvió a la Saturnal en que reinaba. Y ebria con la grandeza floreciente de apoteosis, triunfos y ovaciones de olímpico esplendor, volvió indolente a alojar en palacios sus legiones y su plebe a bañar públicamente de alabastro y de pórfido en tazones. VI Sólo, de caridad y fe previsto, y en la fe y la humildad su fe basando, tomó unos pescadores a su mando para innovar el mundo, Jesucristo. Divino SER, con el humano mixto, indulgente, social, sencillo y blando, cumplía los preceptos que iba dando; ejemplo hasta sus días nunca visto. Su ley unió con fraternales lazos la humanidad: rasgó la ley judía e hizo los falsos ídolos pedazos; y al alzarle en la cruz Salem impía, a la raza de Adán tomando en brazos, dijo: «Te he redimido, ya eres mía». VII Cursado sin haber libros ni escuelas, de Nazaret en sus humildes botes del mundo lanzó al mar sus sacerdotes CRISTO, dando a su fe viento sus velas. Tras sí abriendo de luz anchas estelas de navíos altísimos con dotes, a partirse la tierra en doce lotes les llevaron sus naves pequeñuelas. Aquellos pescadores ignorantes, aquellos doce pobres nazarenos consiguieron alzar, nuevos Atlantes, de fuerzas de titán por su fe llenos, sobre ricos, impíos y arrogantes los pobres, los humildes y los buenos. VIII CRISTO, legislador, no escribió nada; ni un papiro dejó ni un pergamino: quedó tras El su espíritu divino, su fe con su memoria inmaculada. CRISTO, rey, no empuñó cetro ni espada; en el polvo sembró de su camino de su fe la semilla; a su destino dejándola y al tiempo encomendada. Germen de amor, de paz, de fe y cariño, culto del alma, religión interna, de fausto exenta y de mundano aliño, la propagó el amor, la amistad tierna, la fe del pobre, la mujer y el niño: y por eso es VERAZ, ÚNICA, ETERNA. |