22.10.2010, 17:38
Villegas, Eduardo
Spanien
Ódiame
Aunque siempre me miras con desprecio,
altivo el ademán y el continente,
ni me asustan los surcos de tu frente
ni el golpear de tu carácter recio.
Mi delito, lo sé, es delito necio:
¡haberle dicho lo que el alma siente
a un corazón sin vida, indiferente,
que menos me ama cuanto más le aprecio!
Más prefiero que me ames con encono
dejándome a tu ímpetus tan terca
que te premie «El Odiar» con su guirnalda;
pues yo, con la esperanza, te perdono,
porque el amor y el odio están tan cerca
que se estrechan las manos por la espalda.
Spanien
Ódiame
Aunque siempre me miras con desprecio,
altivo el ademán y el continente,
ni me asustan los surcos de tu frente
ni el golpear de tu carácter recio.
Mi delito, lo sé, es delito necio:
¡haberle dicho lo que el alma siente
a un corazón sin vida, indiferente,
que menos me ama cuanto más le aprecio!
Más prefiero que me ames con encono
dejándome a tu ímpetus tan terca
que te premie «El Odiar» con su guirnalda;
pues yo, con la esperanza, te perdono,
porque el amor y el odio están tan cerca
que se estrechan las manos por la espalda.