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Normale Version: Pompilio Llona, Numa: En el segundo centenario de D. Pedro Calderón de la Barca (7)
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Pompilio Llona, Numa
Ecuador 1832 - 1911


En el segundo centenario de D. Pedro Calderón de la Barca


IV


Del Ecuador en los azules mares,
antes que el sol las cúspides transmonte,
contempla el nauta gigantesco monte
vestido al pie de bosques seculares;


entre lianas, y flores y palmares,
canta allí el guacamayo y el sinsonte;
mas su cumbre, rasgando el horizonte,
¡sube hasta los eternos luminares!


¡Así tu obra titánica: En tus dramas,
como entre selvas de frondosas ramas,
la pasión canta en melodiosa rima;


mas, -alzándote audaz hacia los cielos,
del símbolo sagrado entre los velos,-
se pierde en Dios, su inmaculada cima!



V


Yo vi, también, undosa catarata
que desde cumbre de eminencia suma
precipitaba, entre fragor y espuma,
sus lienzos de cristal, de luz y plata;


y mientras que el peñón do se desata
coronan hielo y misteriosa bruma,
el trópico, en el fondo, la perfuma
con floreciente primavera grata...


Tequendama de fúlgida armonía,
así tu majestuosa poesía
desciende desde místicas regiones;


y, al caer de la tierra en la llanura,
de flores bordan su corriente pura
la esperanza, el amor, las ilusiones...



VI


¡Del universo alado peregrino
águila audaz, tu portentoso vuelo
abraza la extensión de tierra y cielo,
y salva los linderos del destino:


como la mente angélica de Aquino,
arrebatada de infinito anhelo,
más allá te hundes, del azul del cielo,
en la esencia del Ser Único y Trino...


Mas, bajando, después, del firmamento,
con sosegados giros circulares
en tu vuelo recorres, vagabundo,


los dilatados ámbitos del viento,
la ancha faz de la tierra y de los mares,
los tenebrosos senes del profundo!



VII


Desde las playas de la mar de Atlante
tendido, hasta el confín remoto hesperio,
y el Ártico y Antártico Hemisferio
abarcando con brazos de gigante;


bajo sus pies el rayo fulminante
en las garras del ave del Imperio;
así el mundo, doblado al yugo ibero,
miró de España al Júpiter Tonante:


Y, entre el asombro del linaje humano,
brotó en seguida -tras- congoja acerba,
tras dolorosa agitación confusa,


del gran cerebro del coloso hispano,
armada y refulgente cual Minerva,
¡Oh, Calderón! ¡tu prodigiosa Musa!



VIII


Sobre la frente el astro de la idea,
y en ambos hombros poderosas alas,
tal se mostraba, entre esplendentes galas,
del mundo ante la atónita asamblea;


risueña como en triunfo Galatea,
o como Dione en las empíreas salas;
o bien lanzando, cual ceñuda Palas,
el grito de furor y de pelea...


Y levantando hasta el cenit su vuelo,
-de la eterna creación sacerdotisa-
alzó su acento, que escuchaba el suelo.


Por casi un siglo, en aptitud sumisa,
desde su himno infantil CARRO DEL CIELO,
¡hasta, el canto, del cisne, HADO Y DIVISA!



X


¡Buzo inmortal del corazón humano!
Cuando en su oscuro fondo hundes la frente,
a tu mirada muéstrase patente
de su anchuroso abismo todo arcano:


Al remontar el piélago, tu mano
la perla lleva de risueño oriente,
mas divisaste en la onda transparente
los horrendos colosos del océano...


De tu Justina y Príncipe Constante
la virtud brilla como mal en guerra,
cual bajo el hierro el fúlgido diamante;


y, víctima del monstruo de los celos,
mira en tus dramas, a la vez, la tierra,
grandes como el de Shéspir cinco OTELOS!



XI


De tu espíritu múltiple y fecundo,
-lumbre creatriz, intelectual Proteo-,
brotar la estirpe, más grandiosa, veo
de cuantos genios ha admirado el mundo:


Cipriano, como un FAUSTO más profundo,
vence a la Duda en choque giganteo;
a HAMLET y CRIN y PROMETEO
en sí resume el fiero Segismundo.


Tu audaz Eusebio, en su siniestro tipo,
los rasgos muestra de un consciente Edipo
y de un DON JUAN y CARLOS MOOR gigantes...


y fueras tú el mayor de los pintores,
si, emulando tus gráficos colores,
no se elevara junto a ti... ¡CERVANTES!