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Normale Version: Montagú, Guillermo de: El encuentro (3)
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Montagú, Guillermo de
Cuba




El encuentro


Hermano, aguarda. Quiero descansar a la sombra
del árbol milenario. Ya encontré en el camino
el báculo amoroso que ayuda al peregrino
a rendir su jornada. Aquí, sobre la alfombra,


que bordan esmeraldas y violetas, espero.
Bajo el manzano arrulla sosegada una fuente.
Deja que purifique su frescor transparente
mis plantas de la sangre y el polvo del sendero.


Hermano, marcha solo. Un ensueño apacible
encadena mi espíritu al árbol milenario.
Hay un nido en las ramas y un ave que se queja.


Ya no temo el cansancio. Ya me siento invencible.
¡Porque he visto al abrigo de un techo hospitalario,
asomarse la vida, sonriendo, a una reja!



II


Serenamente casta, la paz de su belleza,
tiene ese dulce encanto que redime y cautiva.
No sabe de rubores su inconsciente pureza,
ni sabe ser su amable sinceridad esquiva.


No provoca su carne las hambres del pecado
sino el místico anhelo de la santa ternura.
Nunca sus labios rojos el amor ha besado,
ni en su seno de virgen palpitó el ansia impura.


Sus miradas tranquilas, de la madre y la esposa
tienen la mansedumbre espiritual y quieta
que sana las heridas y extingue todo fuego;


y en su caricia fulge la llama misteriosa
de esas lámparas suaves que en la noche discreta
sobre el hogar derraman claridad y sosiego.




III


Nos pusimos de acuerdo sin habernos hablado.
Cada uno esperaba ya al otro; de tal modo
que fue nuestro saludo la vuelta del pasado,
y cuando nos miramos, lo sabíamos todo.


Así, sencillamente, bajo el árbol divino
se celebró la misa de nuestros esponsales.
Junto a la humilde fuente nos bendijo el Destino
y un diluvio de rosas floreció en los rosales.


Y después... comulgaron unidas, en la sombra
nuestras dos almas sobre la perfumada alfombra;
y, descifrando el viejo secreto de la vida,


a través de la noche silenciosa, emprendieron
la marcha lentamente... hasta que se perdieron
en el santo refugio de la paz escondida...