15.09.2010, 16:13
Guerrero, Pascual
Cuba
Tú que vas a la fuente
Tú que vas a la fuente, -¡oh, ideal soñadora!-
a la fuente de linfas armoniosas y bellas,
cuando la noche augusta sus jardines enflora,
y en las aguas apura resplandores de estrellas;
Cuando bañas tu cuerpo con la luz de aquel astro
que da a las cosas una mística transparencia,
cerca un halo divino tus formas de alabastro
y viertes en la noche una sutil esencia.
¡Oh, ideal soñadora, de tristes ojos claros,
y cabellos de oro...! Dulces ensueños raros
florecen en mi alma sensible, si te miro...
Y hasta cuando te alejas, creo ver en la tarde
que la luz de tus ojos melancólicos arde
y que exhalan las rosas tu fragante suspiro.
Cuba
Tú que vas a la fuente
Tú que vas a la fuente, -¡oh, ideal soñadora!-
a la fuente de linfas armoniosas y bellas,
cuando la noche augusta sus jardines enflora,
y en las aguas apura resplandores de estrellas;
Cuando bañas tu cuerpo con la luz de aquel astro
que da a las cosas una mística transparencia,
cerca un halo divino tus formas de alabastro
y viertes en la noche una sutil esencia.
¡Oh, ideal soñadora, de tristes ojos claros,
y cabellos de oro...! Dulces ensueños raros
florecen en mi alma sensible, si te miro...
Y hasta cuando te alejas, creo ver en la tarde
que la luz de tus ojos melancólicos arde
y que exhalan las rosas tu fragante suspiro.