12.09.2010, 15:23
Cánovas del Castillo
Yo exánime le vi: brutal y artera,
la perfidia le hirió del asesino,
y cayó, ensangrentando su camino,
como el héroe, abrazado a su bandera.
Como el héroe inmortal. Tan grande era
el que, atento a la voz de su destino,
domar supo el furor del torbellino
y sujetar las garras de la fiera.
Tejió coronas y exornó blasones...
Y en nobles lides su ideal fue espada,
que alzó triunfal nuestro pendón glorioso...
¿Quién le olvida?... Sus fúnebres blandones
aun alumbran a España, consternada
ante el frío cadáver del coloso.
Yo exánime le vi: brutal y artera,
la perfidia le hirió del asesino,
y cayó, ensangrentando su camino,
como el héroe, abrazado a su bandera.
Como el héroe inmortal. Tan grande era
el que, atento a la voz de su destino,
domar supo el furor del torbellino
y sujetar las garras de la fiera.
Tejió coronas y exornó blasones...
Y en nobles lides su ideal fue espada,
que alzó triunfal nuestro pendón glorioso...
¿Quién le olvida?... Sus fúnebres blandones
aun alumbran a España, consternada
ante el frío cadáver del coloso.