12.09.2010, 10:30
La visión del cóndor
Una vez bajo el cóndor de su altura
a pugnar con el boa, que, hecho un lazo,
dormía astutamente en el regazo
compasivo de trágica espesura.
El cóndor picoteó la escama dura;
y la sierpe, al sentir el picotazo,
fingió en el césped el nervioso trazo
con que la tempestad firma en la anchura.
El cóndor cogió el boa; y en un vuelo
sacudiólo con ímpetu bravío,
y lo dejó caer desde su cielo.
Inclinó la mirada al bosque umbrío;
y pudo ver que, en el lejano suelo,
en vez del boa, serpenteaba un río...
Una vez bajo el cóndor de su altura
a pugnar con el boa, que, hecho un lazo,
dormía astutamente en el regazo
compasivo de trágica espesura.
El cóndor picoteó la escama dura;
y la sierpe, al sentir el picotazo,
fingió en el césped el nervioso trazo
con que la tempestad firma en la anchura.
El cóndor cogió el boa; y en un vuelo
sacudiólo con ímpetu bravío,
y lo dejó caer desde su cielo.
Inclinó la mirada al bosque umbrío;
y pudo ver que, en el lejano suelo,
en vez del boa, serpenteaba un río...