28.08.2010, 09:23
El viejo sátiro
En el tronco de sepia de una encina
que lujuriosa floración reviste,
un sátiro senil, débil y triste,
con gesto fatigado se reclina.
Ya murió para él la venusina
estación, Afrodita no le asiste
ni le quieren las ninfas...; ya no existe
el placer, y la atrofia se avecina.
Sin estímulos ya, sin ilusiones,
apoya entre los dedos los pitones,
encoge las pezuñas, con marasmo,
entrecierra los ojos verde umbrío,
y pasa por su rostro de cabrío
el tedio de una vida sin espasmo.
En el tronco de sepia de una encina
que lujuriosa floración reviste,
un sátiro senil, débil y triste,
con gesto fatigado se reclina.
Ya murió para él la venusina
estación, Afrodita no le asiste
ni le quieren las ninfas...; ya no existe
el placer, y la atrofia se avecina.
Sin estímulos ya, sin ilusiones,
apoya entre los dedos los pitones,
encoge las pezuñas, con marasmo,
entrecierra los ojos verde umbrío,
y pasa por su rostro de cabrío
el tedio de una vida sin espasmo.