22.08.2010, 15:55
Arrambide, Juan M. de
Spanien
Cupido en desgracia
Perdió el amor en el celeste cielo,
pues al verle tan fatuo y delirante
ante los Dioses, su poder triunfante,
le quitaron sus armas y su velo.
Venus tierna, angustiosa, en dulce anhelo
a Júpiter clamó, triste, incesante,
y de su tierno y afligido infante
le pintó el desaliento y desconsuelo.
Y el Padre de los Dioses, siempre humano,
al hijo desgraciado consolaba
y uno le concedió de sus despojos.
-Elije, pues- le dijo, y el insano
no eligió su cadena ni su aljaba
sino la venda de cubrir los ojos.
Spanien
Cupido en desgracia
Perdió el amor en el celeste cielo,
pues al verle tan fatuo y delirante
ante los Dioses, su poder triunfante,
le quitaron sus armas y su velo.
Venus tierna, angustiosa, en dulce anhelo
a Júpiter clamó, triste, incesante,
y de su tierno y afligido infante
le pintó el desaliento y desconsuelo.
Y el Padre de los Dioses, siempre humano,
al hijo desgraciado consolaba
y uno le concedió de sus despojos.
-Elije, pues- le dijo, y el insano
no eligió su cadena ni su aljaba
sino la venda de cubrir los ojos.