Sonett-Forum

Normale Version: Tríptico (3)
Du siehst gerade eine vereinfachte Darstellung unserer Inhalte. Normale Ansicht mit richtiger Formatierung.
Tríptico


El cura


Es el cura... Lo han visto las crestas silenciarías,
luchando de rodillas con todos los reveses,
salvar en pleno invierno los riesgos montañeses
y trasponer de noche las rutas solitarias.


De su mano propicia, que hace crecer las mieses,
saltan como sortijas gracias involuntarias;
y en su asno taumaturgo de indulgencias plenarias
hasta el umbral del cielo lleva a sus feligreses...


El pasa del hisopo al zueco y la guadaña;
él ordeña la pródiga ubre de la montaña
para encender con oros el pobre altar de pino;


de sus sermones fluyen suspiros de albahaca;
el único pecado que tiene es un sobrino...
y su piedad humilde lame como una vaca.



La iglesia


En un beato silencio el recinto vegeta.
Las vírgenes de cera duermen en su decoro
de terciopelo lívido y de esmalte incoloro;
y San Gabriel se hastía de soplar la trompeta...


Sedienta, abre su boca de mármol la pileta.
Una vieja estornuda desde el altar del coro...
Y una legión de átomos sube un camino de oro
aéreo que una escala de Jacob interpreta.


Inicia sus labores el ama reverente;
para saber si anda de buenas San Vicente,
con tímidos arrobos repica la alcancía...


Acá y allá maniobra después con un plumero,
mientras, por una puerta que da a la sacristía,
irrumpe la gloriosa turba del gallinero.



La novicia


Surgiste, emperatriz de los altares,
esposa de tu dulce nazareno,
con tu atavío pavoroso, lleno
de piedras, brazaletes y collares.


Celoso de tus júbilos albares,
el ataúd te recogió en su seno
y hubo en tu místico perfil un pleno
desmayo de crepúsculos lunares.


Al contemplar tu cabellera muerta
avivose en tu espíritu una incierta
huella de amor. Y mientras que los bronces


se alegraban, brotaron tus pupilas
lágrimas que ignoraron hasta entonces
la senda en flor de tus ojeras lilas.