20.08.2010, 22:53
¡Salve, titán de la cerúlea frente,
sobre el materno piélago dormido;
de tu férrea garganta amo el rugido,
amo la espuma de tu faz hirviente!
A tus arrullos despertó mi mente,
mi primer llanto resonó en tu oído,
eduqué con tu indómito alarido
mi brava condición y ánimo ardiente.
Mas ni el fragor de tus tormentas calma
esta pasión que vencedora rige
mi fe, mi corazón y mi albedrío,
ni darán tus sonrisas paz al alma,
hasta que en ti sus claros ojos fije
la eterna luz del pensamiento mío.
sobre el materno piélago dormido;
de tu férrea garganta amo el rugido,
amo la espuma de tu faz hirviente!
A tus arrullos despertó mi mente,
mi primer llanto resonó en tu oído,
eduqué con tu indómito alarido
mi brava condición y ánimo ardiente.
Mas ni el fragor de tus tormentas calma
esta pasión que vencedora rige
mi fe, mi corazón y mi albedrío,
ni darán tus sonrisas paz al alma,
hasta que en ti sus claros ojos fije
la eterna luz del pensamiento mío.